Asalto a las Tierras
En esta ocasión tendré
el honor de relatar la historia del Asalto a las Tierras ocurrido en Mi estado
de Baja California Norte específicamente en Mexicali, ocurrido en el año 1937
según los relatos de la Sra. Petra Pérez Hernández y el Sr. Pedro Pérez Hernández
los cuales relatan a la cronista Yolanda Sánchez Ogas que ellos fueron
participes de la organización de todo el movimiento agrario que se vivió en el
valle de Mexicali el 27 de enero de 1937. Doña Petra fue esposa del líder del movimiento agrario Don Hipólito
Rentaría Rangel y Don Pedro fue su cuñado, por tal motivo estuvieron tan cerca
de tal movimiento y de cada acontecimiento vivido en esa época.
Platica la Sra. Petra
que por los años de 1929 mas o menos, le tocaron tiempos muy malos ya que les toco vivir la rebelión de os escobaritas
y cuenta que hasta aviones les toco mirar y que no sabia de que bando seria
pero comenzaron a caer bombas y que fue un correr de personas a los campos de
trigo, comenta que no supo de heridos pero que si hubo daños en los campos
agrícolas.
Comenta que cuando se
arreglaron las vías se fueron hasta Santana, en Sonora, dice que ese viaje fue
en un carrito que hacía la ruta de Santana a Mexicali, platica que eran tantas
las personas que hacían el viaje junto con ellos, que algunos viajaban en el
techo del carro, que les toco unos arenales y que cada rato tenían que hacer
paradas ya que se atascaban y tenían que bajarse para empujar el carro que los
llevaba para salir del arenal y poder continuar con el viaje. Cuenta que por lo
regular sus viajes eran casi por la noche y que era tanta la sed que pasaron
que le chofer le ponía unas gotas de gasolina al depósito de agua para que así
los tripulantes no se terminaran el agua y así por el mal sabor que tomaba el
agua solo se remojaban los labios para no sentir tanto la sed.
En ese momento le
pregunta La Sra. Petra a su hermano el Sr. Pedro que si recordaba como era el
rio en ese entonces, No era nada a lo
que era en ese entonces ya que era tan ancho y traia tanta agua, lleno de
plantas alrededor y muchos árboles a las orillas que cuando llegaban a la
orilla en aquella cucaracha de carro se tenían que bajar y subirse en una panga
(pequeña lancha) para que los pasara a la otra orilla, ya en Mexicali, y relata que de ahí todavía
para poder llegar al pueblo tenían que viajar varias horas entre los
terregales.
A lo que le contesto
su hermano Pedro que Si; que Mexicali era tan triste que cuando llegaron por
primera vez, las calles eran de pura tierra y que no se podía ver por el polvaderon que se
formaba que casi no había arboles y que el agua les llegaba a las casas por
canalitos. Cuentan que en ese entonces había poca gente y en el pueblo la mayoría
eran puros chinos, los cuales eran los comerciantes ya que contaban con las
tiendas, zapaterías, carnicerías, fruterías y restaurantes.
Cuenta la Sra. Petra
que era la mayor y por lo cual tenía que trabajar y que tuvo que emplearse con
una Sra. Para prepararle los alimentos
que ella vendía, los cuales también ella participaba en su elaboración, y que
por tal trabajo le pagaban un peso diario y le regalaban la comida, comenta que
era poco, pero que con eso se sostenían al principio y que después su hermano
Pedro y Apolinar también trabajaron en el campo y le ayudaron con los gastos
del hogar.
Platica que fue muy
difícil conseguir trabajo ya que se Ivana los ranchos de los chinos a pedirles
trabajo y tenían que caminar todo el día y no conseguían nada. En ese entonces
solo se sembraba algodón así que la temporada de trabajo era cuando era la
pizca o el desahíje.
El trabajo en ese tiempo era muy duro y pagaban muy
poco pero que de algo tenían que vivir, y cuando se terminaba su trabajo los corrían
de los ranchos y si se paraban a descansar bajo la sombra de algún árbol, salían
las chinas que eran bien bravas y los corrían y les apuntaban con rifles. Al
tiempo se dieron cuenta que la dueña de las tierras era una compañía americana
y que solo les rentaba a los chinos y japoneses.
Cuenta la Sra. Petra que al tiempo conoció en un
restauran a un señor muy serio que se
llamaba Hipólito Rentaría y platicando con él se dio cuenta de muchas cosas.
Dice que siguió yendo a comer ahí hasta que se fueron a vivir juntos a
la colonia Pacifico ya que el tenia un terreno que le había comprado a la
Colorado, y que era puro monte cuando llegaron ahí.
Dice que El y unos primos
los Guillen, ya tenían varios años en Mexicali, que se habían venido de Michoacán
ya que allá los perseguía la Acordada ya que habían organizado un grupo agrario
en la hacienda Del Pilar. Es por ello que el Sr. Hipólito ya traía esa idea en la mente desde
que radicaba en Michoacán y cuando se entero de cómo se encontraban las cosas
en las tierras de Mexicali, también quiso hacer algo por los campesinos.
Relatan que se juntaban en la casa del Pacifico varios parientes y amigos y sus
platicas por lo general eran de las injusticas que sufrían los mexicanos que no
contaban con un pedazo de tierra y en ocasiones lo sufrían los chinos y
japoneses ya que les quemaban sus cosechas y las casas, cuando ya no les querían rentar sus tierras. Les
llegaron a cortar el suministro de agua que utilizaban para sus riegos y un sin
fin de cosas que les hacían a los pobres chinos.
Relata la Sra. Petra que sufría
de mucho miedo de que algún día le hicieran algo a su Poli como ella le decía
cariño a su esposo ya que se contaba que las “guardias blancas” de la Colorado,
hacían mucho daño y que eran capaces hasta de matar, que nunca se encontraba
tranquila porque en su tierra supo de muchos
agraristas asesinados, y que cuando su esposo se iba de rancho en rancho
para hacer sus juntas se la pasaba asustada. Que le pedía muchas veces que
dejara eso, que al fin el ya contaba con su terrenito, y que entonces para que
peleaba con una compañía tan fuerte, y que se contaba que en ese momento es la
que se encargaba de poner y quitara los gobernadores.
Dice que el Sr. Hipólito
siempre le contestaba – Petra las leyes nos protegen y si no luchamos nunca
cabremos si se puede o no, vamos a luchar dentro de la ley – lo cual cada vez
que su esposo salía ella pensaba que sería la última vez que lo vería con vida.
Hasta ese momento su
hermano Pedro, había estado callado solo escuchando a su hermana Petra, y toma
la decisión de intervenir:
Cuenta que por lo regular
los campesinos de esa época se unieron para formar la federación de Comunidades
Agrarias y que Hipólito lo escogieron para dirigirla ya que era el que más
conocimiento contaba y además hablaba muy bien por eso el andaba de un lugar a
otro, a veces a caballo y otras en un toquecito que tenían los Guillen al que
le decían “el cuatro caminos” y que
tenían mucho miedo pero aun así le entraban ya que en una reunión en la escuela
del Pacifico, acordaron tomar las
tierras de los ranchos de la Colorado el 27 de Enero de 1937y que las tomaron
pero que no fue nada fácil, que sabían que se iban a dejar venir todos los
soldados y las guardias blancas de la Colorado, pero aun con sus mientras le
entraron.
Dice que aquella noche
estuvieron con mucho frio, ya que entonces no contaban con chamarras como ahora
ni cobijas, ya que eran tan pobres que no podían adquirirlas. Platica que como
a las once de la noche llegaron los soldados y los rodearon, que por poco no
los miraban por lo oscuro que se encontraba esa noche, pero si se percataron
del corte de los cartuchos y que todos se asustaron demasiado y que después
llego el Coronel y se les acerco y les ordeno que salieran de ese terreno.
¡Están ustedes violando la
ley, estas tierras son extranjeras y no pueden estar dentro de ellas!
Y en ese momento un
Sr. de apellido Serrano le contesto……
Coronel, voy a decirle unas
palabras. Mire mi Coronel, me admira y me entristece que siendo usted un guardián
de la Patria, diga que estas tierras son extranjeras. ¡Estas tierras son mexicanas
y vamos a tomarlas dentro de la ley!
Para esto el Coronel Orozco
entonces nos ordeno que nos saliéramos al camino, porque eran las únicas
tierras nacionales y en ese momento se salieron y en ese lugar colocaron su
campamento y la fogata por aquello del frio de esas noches tan heladas.
El día 29 llego el capitán
en unos toquecitos buscando a los jefes Hipólito Rentaría y a Leonardo Guillen,
pero les comentaron que no se encontraban y que desconocían donde se
encontraban y al tener esta respuesta los amenazo con llevarlos a todos a la
cárcel y les dijo que se subieran a los troques. Pero ellos desde el primer día
de su campamento colocaron una bandera de la comunidad Michoacana arriba de un
palo la cual un viejito la cuidaba y al verla el Coronel le ordeno que le
encargaba que la bajara de ahí. Lo cual le contesto -Que lo perdonaran, pero esa bandera la
estaba cuidando y antes los mataba antes de quitarla, que si quería la bajara
EL.
Lo cual le contesta el Capitán
– que la dejaran ahí.
Y el viejito se quedo
cuidándola y mientas tanto los demás se fuero en los troques pero sin miedo, si
no todo lo contrario iban cantando el corrido del agrarista, y corridos de la
revolución hasta que llegaron a los sótanos del Palacio a donde los llevaron,
ahí los tuvieron presos. Al tiempo los soltaron por órdenes del Presidente Cárdenas.
Relata la Sra. Petra que así
se suceso “El Asalto a las Tierras”, después se formaron los ahora llamados
ejidos y al tiempo de ver puros chinos por todas partes se comenzó haber más
mexicanos.
Palabras textuales de la
Sra. Petra:
¡Pero no crea que con eso
se acabaron los problemas, no que va! Es que todo tenis que hacerse, la vida
era difícil para todos, pero yo creo que más para nosotras las mujeres. Cuando
llegamos aquí no había ningún árbol, las casas la saciamos de cachanillas, a
veces forrada con lodo para los fríos. Los colchones eran sacos de pizcar
rellenos de cachanilla. Usábamos el agua de los canales y para filtrarla
poníamos en el depósito unas piedras del Cerro Prieto, allí se pegaba la tierra
y la basura, el agua salía limpia.
Hacia tanto calor que
dormíamos afuera y teníamos que luchar contra los moscos, nos pasábamos las
noches espantando unos moscones. Para cocinar se hacia un fogón adentro del
cuarto para que el viento no apagara la
lumbre, pero se llenaba de tanto humo que estábamos a llore y llore. Ir a
Mexicali era caminar kilómetros entre terregal, desde donde nos dejara el
raite.
Al principio todo fue
difícil, pero aquí estamos y yo les digo a mis hermanos que debemos sentirnos
contentos por lo que hicimos y agradecer que ahora todo esté diferente.
Petra y Pedro Pérez Hernández.
Ejido Michoacán de Ocampo. Testimonio 1993.
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