sábado, 18 de junio de 2016

M3S2 Suceso historico

Asalto a las Tierras

En esta ocasión tendré el honor de relatar la historia del Asalto a las Tierras ocurrido en Mi estado de Baja California Norte específicamente en Mexicali, ocurrido en el año 1937 según los relatos de la Sra. Petra Pérez Hernández y el Sr. Pedro Pérez Hernández los cuales relatan a la cronista Yolanda Sánchez Ogas que ellos fueron participes de la organización de todo el movimiento agrario que se vivió en el valle de Mexicali el 27 de enero de 1937. Doña Petra fue  esposa del líder del movimiento agrario Don Hipólito Rentaría Rangel y Don Pedro fue su cuñado, por tal motivo estuvieron tan cerca de tal movimiento y de cada acontecimiento vivido en esa época.

Platica la Sra. Petra que por los años de 1929 mas o menos, le tocaron tiempos muy malos ya que  les toco vivir la rebelión de os escobaritas y cuenta que hasta aviones les toco mirar y que no sabia de que bando seria pero comenzaron a caer bombas y que fue un correr de personas a los campos de trigo, comenta que no supo de heridos pero que si hubo daños en los campos agrícolas.
Comenta que cuando se arreglaron las vías se fueron hasta Santana, en Sonora, dice que ese viaje fue en un carrito que hacía la ruta de Santana a Mexicali, platica que eran tantas las personas que hacían el viaje junto con ellos, que algunos viajaban en el techo del carro, que les toco unos arenales y que cada rato tenían que hacer paradas ya que se atascaban y tenían que bajarse para empujar el carro que los llevaba para salir del arenal y poder continuar con el viaje. Cuenta que por lo regular sus viajes eran casi por la noche y que era tanta la sed que pasaron que le chofer le ponía unas gotas de gasolina al depósito de agua para que así los tripulantes no se terminaran el agua y así por el mal sabor que tomaba el agua solo se remojaban los labios para no sentir tanto la sed.

En ese momento le pregunta La Sra. Petra a su hermano el Sr. Pedro que si recordaba como era el rio en ese entonces,  No era nada a lo que era en ese entonces ya que era tan ancho y traia tanta agua, lleno de plantas alrededor y muchos árboles a las orillas que cuando llegaban a la orilla en aquella cucaracha de carro se tenían que bajar y subirse en una panga (pequeña lancha) para que los pasara a la otra orilla,  ya en Mexicali, y relata que de ahí todavía para poder llegar al pueblo tenían que viajar varias horas entre los terregales.
A lo que le contesto su hermano Pedro que Si; que Mexicali era tan triste que cuando llegaron por primera vez, las calles eran de pura tierra y que  no se podía ver por el polvaderon que se formaba que casi no había arboles y que el agua les llegaba a las casas por canalitos. Cuentan que en ese entonces había poca gente y en el pueblo la mayoría eran puros chinos, los cuales eran los comerciantes ya que contaban con las tiendas, zapaterías, carnicerías, fruterías y restaurantes.
Cuenta la Sra. Petra que era la mayor y por lo cual tenía que trabajar y que tuvo que emplearse con una Sra.  Para prepararle los alimentos que ella vendía, los cuales también ella participaba en su elaboración, y que por tal trabajo le pagaban un peso diario y le regalaban la comida, comenta que era poco, pero que con eso se sostenían al principio y que después su hermano Pedro y Apolinar también trabajaron en el campo y le ayudaron con los gastos del hogar.
Platica que fue muy difícil conseguir trabajo ya que se Ivana los ranchos de los chinos a pedirles trabajo y tenían que caminar todo el día y no conseguían nada. En ese entonces solo se sembraba algodón así que la temporada de trabajo era cuando era la pizca o el desahíje.

El trabajo en ese tiempo era muy duro y pagaban muy poco pero que de algo tenían que vivir, y cuando se terminaba su trabajo los corrían de los ranchos y si se paraban a descansar bajo la sombra de algún árbol, salían las chinas que eran bien bravas y los corrían y les apuntaban con rifles. Al tiempo se dieron cuenta que la dueña de las tierras era una compañía americana y que solo les rentaba a los chinos y japoneses.

Cuenta la Sra. Petra que al tiempo conoció en un restauran a un señor muy serio que se llamaba Hipólito Rentaría y platicando con él se dio cuenta de muchas cosas. Dice que siguió yendo a comer ahí hasta que se fueron a vivir juntos a la colonia Pacifico ya que el tenia un terreno que le había comprado a la Colorado, y que era puro monte cuando llegaron ahí.

Dice que El y unos primos los Guillen, ya tenían varios años en Mexicali, que se habían venido de Michoacán ya que allá los perseguía la Acordada ya que habían organizado un grupo agrario en la hacienda Del Pilar. Es por ello que el Sr.  Hipólito ya traía esa idea en la mente desde que radicaba en Michoacán y cuando se entero de cómo se encontraban las cosas en las tierras de Mexicali, también quiso hacer algo por los campesinos. Relatan que se juntaban en la casa del Pacifico varios parientes y amigos y sus platicas por lo general eran de las injusticas que sufrían los mexicanos que no contaban con un pedazo de tierra y en ocasiones lo sufrían los chinos y japoneses ya que les quemaban sus cosechas y las casas, cuando ya  no les querían rentar sus tierras. Les llegaron a cortar el suministro de agua que utilizaban para sus riegos y un sin fin de cosas que les hacían a los pobres chinos.
Relata la Sra. Petra que sufría de mucho miedo de que algún día le hicieran algo a su Poli como ella le decía cariño a su esposo ya que se contaba que las “guardias blancas” de la Colorado, hacían mucho daño y que eran capaces hasta de matar, que nunca se encontraba tranquila porque en su tierra supo de muchos  agraristas asesinados, y que cuando su esposo se iba de rancho en rancho para hacer sus juntas se la pasaba asustada. Que le pedía muchas veces que dejara eso, que al fin el ya contaba con su terrenito, y que entonces para que peleaba con una compañía tan fuerte, y que se contaba que en ese momento es la que se encargaba de poner y quitara los gobernadores.
Dice que el Sr. Hipólito siempre le contestaba – Petra las leyes nos protegen y si no luchamos nunca cabremos si se puede o no, vamos a luchar dentro de la ley – lo cual cada vez que su esposo salía ella pensaba que sería la última vez que lo vería con vida.
Hasta ese momento su hermano Pedro, había estado callado solo escuchando a su hermana Petra, y toma la decisión de intervenir:
Cuenta que por lo regular los campesinos de esa época se unieron para formar la federación de Comunidades Agrarias y que Hipólito lo escogieron para dirigirla ya que era el que más conocimiento contaba y además hablaba muy bien por eso el andaba de un lugar a otro, a veces a caballo y otras en un toquecito que tenían los Guillen al que le decían “el cuatro caminos”  y que tenían mucho miedo pero aun así le entraban ya que en una reunión en la escuela del Pacifico,  acordaron tomar las tierras de los ranchos de la Colorado el 27 de Enero de 1937y que las tomaron pero que no fue nada fácil, que sabían que se iban a dejar venir todos los soldados y las guardias blancas de la Colorado, pero aun con sus mientras le entraron.

Dice que aquella noche estuvieron con mucho frio, ya que entonces no contaban con chamarras como ahora ni cobijas, ya que eran tan pobres que no podían adquirirlas. Platica que como a las once de la noche llegaron los soldados y los rodearon, que por poco no los miraban por lo oscuro que se encontraba esa noche, pero si se percataron del corte de los cartuchos y que todos se asustaron demasiado y que después llego el Coronel y se les acerco y les ordeno que salieran de ese terreno.
¡Están ustedes violando la ley, estas tierras son extranjeras y no pueden estar dentro de ellas!
Y en ese momento un Sr.  de apellido Serrano le contesto……
Coronel, voy a decirle unas palabras. Mire mi Coronel, me admira y me entristece que siendo usted un guardián de la Patria, diga que estas tierras son extranjeras. ¡Estas tierras son mexicanas y vamos  a tomarlas dentro de la ley!
Para esto el Coronel Orozco entonces nos ordeno que nos saliéramos al camino, porque eran las únicas tierras nacionales y en ese momento se salieron y en ese lugar colocaron su campamento y la fogata por aquello del frio de esas noches tan heladas.
El día 29 llego el capitán en unos toquecitos buscando a los jefes Hipólito Rentaría y a Leonardo Guillen, pero les comentaron que no se encontraban y que desconocían donde se encontraban y al tener esta respuesta los amenazo con llevarlos a todos a la cárcel y les dijo que se subieran a los troques. Pero ellos desde el primer día de su campamento colocaron una bandera de la comunidad Michoacana arriba de un palo la cual un viejito la cuidaba y al verla el Coronel le ordeno que le encargaba que la bajara de ahí. Lo cual le contesto  -Que lo perdonaran, pero esa bandera la estaba cuidando y antes los mataba antes de quitarla, que si quería la bajara EL.
Lo cual le contesta el Capitán – que la dejaran ahí.
Y el viejito se quedo cuidándola y mientas tanto los demás se fuero en los troques pero sin miedo, si no todo lo contrario iban cantando el corrido del agrarista, y corridos de la revolución hasta que llegaron a los sótanos del Palacio a donde los llevaron, ahí los tuvieron presos. Al tiempo los soltaron por órdenes del Presidente Cárdenas.
Relata la Sra. Petra que así se suceso “El Asalto a las Tierras”, después se formaron los ahora llamados ejidos y al tiempo de ver puros chinos por todas partes se comenzó haber más mexicanos.

Palabras textuales de la Sra. Petra:
¡Pero no crea que con eso se acabaron los problemas, no que va! Es que todo tenis que hacerse, la vida era difícil para todos, pero yo creo que más para nosotras las mujeres. Cuando llegamos aquí no había ningún árbol, las casas la saciamos de cachanillas, a veces forrada con lodo para los fríos. Los colchones eran sacos de pizcar rellenos de cachanilla. Usábamos el agua de los canales y para filtrarla poníamos en el depósito unas piedras del Cerro Prieto, allí se pegaba la tierra y la basura, el agua salía limpia.
Hacia tanto calor que dormíamos afuera y teníamos que luchar contra los moscos, nos pasábamos las noches espantando unos moscones. Para cocinar se hacia un fogón adentro del cuarto para que  el viento no apagara la lumbre, pero se llenaba de tanto humo que estábamos a llore y llore. Ir a Mexicali era caminar kilómetros entre terregal, desde donde nos dejara el raite.
Al principio todo fue difícil, pero aquí estamos y yo les digo a mis hermanos que debemos sentirnos contentos por lo que hicimos y agradecer que ahora todo esté diferente.

Petra y Pedro Pérez Hernández. Ejido Michoacán de Ocampo. Testimonio 1993.

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